De niña fue tímida y tranquila pero, tras crecer y adherirse a la causa nazi, fue nombrada supervisora de prisioneros en Auschwitz: allí, habría de convertirse en una de las mujeres más crueles de la historia. Entregaba prisioneras desnutridas a los perros, disparaba arbitrariamente a los presos, latigueaba los senos de las mujeres “bien dotadas” con morboso deleite, entre otras atrocidades…
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